lunes, 15 de octubre de 2018

Epitafio



DE MUERTE NATURAL
                    (Epitafio)

 
                         ...y muerta pide, y enterrada engaña.

                                                 Francisco de Quevedo



                                    Y  allá en el fondo está la muerte si no corremos

y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

                                                         Julio Cortázar

Ahora, cuando salgo de tu asombro,
te llevas en la quilma mis detalles,
y sabes que te duermo entre dos calles
mascando estiércol, con el alma al hombro.

Mañana, en el otoño que se cierra,
firmarán los notarios mi clausura;
has dejado tirada esta estatura:
ya soy horizontal, como la tierra.

Qué lástima que tengas el castigo
de tratar con los necios vividores
que malgastan saliva en escupirte.

Has tenido que ahorrártelo conmigo:
me buscaste por los alrededores
cuando había salido a recibirte.

De "La cara de nada de Greta Garbo", poemario inédito

Clasificados


CLASIFICADOS


Busco, a ratos, en anuncios, casa nueva
con todos los tejados exentos de la lluvia.
Espacios luminosos,
de muros blancos, fuertes y tranquilos,
y un vestíbulo de tiempo alicatado
donde hacer esperar a mis fantasmas,
todos esos que escudriñan los cajones.

Quizá tenga el salón algunas láminas
de mujeres estridentes y voraces,
de colores vivos y horizontes firmes,
con Gauguin habitándoles los ojos.

Y no habrá cerraduras, 
ni artificios,
ni rincones donde anidan comúnmente
los brotes de nostalgia,
ni carpetas azules con porciones fantásticas de islas.
Es la casa perfecta,
el lugar favorito del aire templado.

Cuando menos se lo espere la memoria,
llegarán a la alcoba las manchas del agua
y habrá que levantar los suelos sin remedio.
Saldrán grietas sospechosas en las vigas,
y en una marea baldía de lámparas,
desbancadas por la luna de los patios,
tendré que cenar con niebla en los cubiertos.

Y habrá un despropósito en todas las góndolas,
mientras siga buscando en los baúles
los despojos de mi hogar antiguo:

Las cosas que no dije en voz alta cuando pude,
la huella liviana de un paso de baile,
el pelo de mi madre haciéndome las trenzas,
el aroma silencioso del pan entre la gente,
las canciones marchitas,  
los portales desnudos, con serrín en los zapatos.

Mis duendes, mis jirones y mis pétalos,
las pavesas del dolor, el abrazo infinito
de esas voces cimbreantes y pequeñas,
un otoño florecido de cerezas inauditas,
los andenes cuajados de agujas puntuales,
todos esos barcos con los ojos secos,
la entereza incuestionable de la escarcha
o los dientes henchidos con la arena carnosa
de un minuto feliz.

En los ángulos certeros de los viernes,
enhebro las cuentas de un rezo que redima
la estúpida idea de abandonar mi casa,
esta soberbia de borrarme impunemente
de los pocos versos donde hallé refugio.

De “La cara de nada de Greta Garbo”, poemario inédito